Estas tendencias son motivo de optimismo y preocupación para fabricantes y distribuidores. Optimismo porque sugieren una tendencia natural de los persuasibles y los considerados a volverse más partidarios del V.E. con el tiempo, convirtiéndose en entusiastas. Y preocupación porque los resultados sugieren al mismo tiempo la existencia de un grupo de consumidores conservadores y reacios al riesgo (los escépticos y reticentes), cuyas actitudes hacia el V.E. están ligadas a su visión general de la sociedad y, por tanto, es probable que resulten más difíciles de convencer.
¿Qué debe hacer el sector para fomentar la adopción del vehículo eléctrico?
El mensaje para los fabricantes distribuidores que quieran animar a más compradores a comprar un eléctrico es claro: el término medio es el terreno más fértil. Los segmentos más abiertos a la compra de V.E. —y más propensos a comprar un V.E. como su próximo coche— son los persuasibles y los consideradores, los dos grupos más grandes.
Hay tres áreas clave en las que el sector puede actuar para animar a todos los consumidores a evolucionar hacia una mentalidad más favorable al vehículo eléctrico:
1. Concienciación
La falta de conocimiento acerca del uso cotidiano del coche eléctrico —las preocupaciones sobre su usabilidad, fiabilidad y comodidad— frena a muchos consumidores, sobre todo a aquellos cuyo conocimiento o experiencia de las mejoras en el rendimiento y la infraestructura de este tipo de vehículos es limitado o está desfasado (principalmente los escépticos y los reticentes). La preocupación por el rendimiento y la autonomía inadecuados de las baterías es también una influencia negativa clave para estos grupos.
Concienciar a estos consumidores proporcionándoles información clara, precisa e objetiva sobre el uso de un vehículo eléctrico y sobre cómo puede optimizarse el rendimiento de la batería debería ayudarles a comprender que estarían más satisfechos con el rendimiento de los últimos modelos de VE de lo que creen.
2. Accesibilidad
La idea de que el acceso a los V.E. está limitado a quienes están dispuestos a asumir un mayor coste es un factor clave que influye especialmente en los escépticos, reticentes y persuasibles. La idea de que los costes iniciales de compra son elevados y de que las obligaciones que conlleva, como la sustitución de la batería, pueden ser muy costosas, hace que el V.E. parezca una opción de alto riesgo que estos consumidores no pueden permitirse.
Los fabricantes, distribuidores y concesionarios pueden ayudar a resolver estos problemas ofreciendo modelos alternativos de compra y financiación, como el alquiler con opción a compra o el leasing, para ofrecer una mayor seguridad sobre el coste, la asequibilidad y el bajo riesgo financiero. Muchos fabricantes también están estudiando la posibilidad de ofrecer suscripciones a los V.E. e incluso a las baterías, con el fin de animar a los curiosos a probar la experiencia con un compromiso financiero mínimo.
3. Expectativas
Los cinco segmentos tienen, en mayor o menor medida, dudas sobre qué esperar de su día a día con un vehículo eléctrico. Incluso los consumidores más interesados en el V.E. tienen dudas sobre el rendimiento de la carga, la autonomía y los costes. Los fabricantes y distribuidores pueden ayudar a gestionar estas expectativas ofreciendo información transparente, realista y detallada sobre las prestaciones de todos sus modelos.
El uso de herramientas digitales que ayuden a calcular la autonomía y a planificar viajes más largos también puede ayudar a establecer expectativas más claras y a gestionar la preocupación por la autonomía, mientras que una comunicación coherente sobre el menor coste de los eléctricos a largo plazo puede ayudar a aliviar las preocupaciones por los costes, sobre todo entre los persuasibles y los reticentes.