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España y el reto de la transición energética: retos y recursos para liderar un sector clave en Europa

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Artículo escrito por Marta Sánchez, socia responsable de sector Energía de EY España

España tiene la oportunidad de liderar y guiar el camino de la transición energética europea y para ello se ha fijado objetivos ambiciosos en su plan a 2030

España tiene la oportunidad de jugar un papel protagonista en la transición energética europea y 2025 será un año muy importante para avanzar hacia el liderazgo. El reto no es menor. Para liderar la transición energética y, a la vez, transformar y hacer crecer la economía, debemos buscar los mecanismos para equilibrar competitividad industrial con innovación tecnológica y sostenibilidad. Disponemos de la hoja de ruta fijada por el Clean Industrial Deal para descarbonizar la industria y de los objetivos establecidos en el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) para el desarrollo de la generación renovable, lo que nos permitirá tener precios competitivos de energía y mejorar nuestra independencia energética frente a terceros. Será clave aprovechar los incentivos financieros que seguirán llegando de Europa a través de los fondos de recuperación. Todo esto en el contexto de una creciente rivalidad con Estados Unidos y China por liderar el mercado de la energía y las tecnologías limpias (cleantech).

España 2025. Un año por delante

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El reto de España en 2025 es avanzar en la descarbonización, reduciendo las emisiones y asegurando el crecimiento económico. Como destaca el informe Draghi publicado en verano de 2024, la transición energética no solo es una obligación climática, sino también una oportunidad estratégica para la Unión Europea. España está bien posicionada en todos los ejes claves para capturar la oportunidad: precios competitivos de la energía, seguridad energética e innovación en el desarrollo de tecnologías limpias.

El despliegue masivo de renovables, acompañado de recursos flexibles como el almacenamiento, así como el refuerzo y desarrollo de las redes eléctricas, permitirá reducir el precio de la electricidad y con ello reforzar la competitividad de la industria. España terminó 2024 con una contribución de las renovables a la generación de energía eléctrica por encima del 55%, lo que supone un crecimiento de aproximadamente un 13% respecto al año anterior. Todo apunta a que 2025 será clave para avanzar hacia el objetivo del 81% establecido en el PNIEC, meta aprobada el pasado mes de octubre. 

El segundo eje clave para España y Europa es fortalecer la independencia energética con el fin de reducir el impacto de la volatilidad de los precios de la energía en los mercados internacionales, especialmente la de los combustibles fósiles. Además, el aumento de producción de energía renovable autóctona reforzaría reforzar nuestra balanza comercial y, con ello, nuestra economía. En 2025 el gas natural y el gas natural licuado (GNL) seguirán siendo relevantes, pero su uso disminuirá gradualmente a medida que avancen las alternativas limpias y los gases renovables.

Durante los últimos años, hemos visto que Estados Unidos y China lideraban la innovación en tecnologías digitales, la Inteligencia Artificial y, en el caso del gigante asiático, también la fabricación de paneles solares y baterías. Ahora, Europa tiene la oportunidad de liderar la innovación en el desarrollo de tecnologías cleantech para la descarbonización tanto del sector de la energía como de los hogares. En este contexto, España se posiciona como un actor destacado del sector energético, estando a la cabeza en inversiones en tecnologías de cero emisiones y en la creación de compañías startups y pymes, dos elementos clave para impulsar la creación de puestos de trabajo (la previsión del PNIEC es generar 560.000 nuevos puestos de trabajo hasta 2030).

Plan Nacional de Energía y Clima 2030: seis años para la transformación de España

España tiene la oportunidad de liderar y guiar el camino de la transición energética europea y para ello se ha fijado objetivos ambiciosos en su plan a 2030. Para apuntalar el objetivo de penetración de las renovables, es necesario crear las condiciones técnicas, económicas y administrativas que permitan el crecimiento acompasado de la demanda, el desarrollo del almacenamiento y la anticipación en el desarrollo y refuerzo de las redes.

Tenemos seis años para transformar el sector de la energía, maximizar la electrificación de los sectores con procesos industriales térmicos por debajo de 500º e iniciar la descarbonización de las actividades con emisiones difíciles de abatir haciendo realidad la penetración del hidrógeno renovable, el aprovechamiento del biometano y el despliegue de tecnologías de captura de CO2. En 2025 debemos avanzar para apuntalar la localización de nuevos vectores de demanda, como los centros de datos, que jugarán un papel clave en la digitalización de la sociedad, y la adopción de la IA. También cabe destacar que los objetivos de electrificación del transporte son ambiciosos y que en 2025 se debería avanzar en la simplificación de los trámites administrativos para la puesta en operación de nuevos puntos de recarga. Por ello, las Comunidades Autónomas y la Administración Central deben alinearse para eliminar las barreras actuales.

Por último y al hilo de la oportunidad que tenemos de cara al próximo año, cabe destacar que España ha sido uno de los principales beneficiarios de los fondos Next Generation EU, con una asignación de más de 140.000 millones de euros entre transferencias y préstamos. En 2025, la ejecución de estos recursos será clave para consolidar la transición energética.

En definitiva, el año 2025 será un año importante para que España avance y logre aprovechar esta oportunidad histórica para convertirse en un referente energético, industrial y tecnológico, liderando el cambio hacia un futuro sostenible y competitivo. El sector de la energía es crucial para otros sectores y para el conjunto de la economía y del desarrollo, por lo conviene aprovechar la oportunidad que tenemos en los próximos meses. 

Resumen

España tiene la oportunidad de liderar y guiar el camino de la transición energética europea y para ello se ha fijado objetivos ambiciosos en su plan a 2030. Para apuntalar el objetivo de penetración de las renovables, es necesario crear las condiciones técnicas, económicas y administrativas que permitan el crecimiento acompasado de la demanda, el desarrollo del almacenamiento y la anticipación en el desarrollo y refuerzo de las redes.

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