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Cataluña 2025: Liderazgo en innovación

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El año 2025 estará marcado por contextos geopolíticos inestables y grandes transformaciones tecnológicas y sociales, presentando retos y oportunidades que Cataluña debe aprovechar para impulsar su desarrollo económico y social

Todo parece indicar que el año en el que nos adentramos será, para todos nosotros, un año marcado por contextos geopolíticos altamente inestables, unidos a grandes transformaciones tecnológicas y sociales, lo que sin duda ofrecerá retos y oportunidades que no debemos desaprovechar. 

España 2025. Un año por delante

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Desde esa perspectiva, Cataluña no será ajena a la actualidad de unos marcos globales caracterizados por guerras persistentes, crisis en geografías sensibles de las relaciones internacionales y altos niveles de incertidumbre política en no pocos países. Algunos de ellos, de nuestro entorno más inmediato.

De la misma manera, las nuevas instituciones comunitarias, Parlamento y Comisión, encontrarán en 2025 un nuevo comienzo. Con él, tendrán que hacer frente a profundas tensiones comerciales entre potencias, a nuevas agendas en el marco de la seguridad y la defensa, a los nuevos objetivos ya definidos por la propia Unión Europea en términos de sostenibilidad, a los retos de recuperación de competitividad económica y de definición de una posición propia en la conversación pública global. La agenda de grandes retos que debemos hacer frente los europeos no está exenta de las enormes incertidumbres que describen el mundo de hoy. Algunos países, y algunas regiones, afrontarán estos escenarios con condiciones precarias en términos de estabilidad institucional y de fortaleza económica.

Cataluña en línea similares, sigue afrontando incertidumbres propias y externas, si bien es cierto que afrontamos el nuevo año con un escenario institucional y político que, a priori, parece presentarse de manera más previsible y ordenada que en el pasado. En dicha línea, la economía empieza a dar muestras de que mantendrá el pulso. Su crecimiento se situará en el entorno del 2,5% de nuestro PIB.  A su lado, el empleo también mejorará alrededor del 1,5%. Si se cumplen las previsiones de consenso, nuestra comunidad superará en un 8% el PIB que tenía antes del estallido de crisis del COVID y colocará su tasa de desempleo en el 8%, significativamente por debajo de cerca del 11% de la media del conjunto de España. 

Dentro de ese contexto político, económico, y social, Cataluña deberá hacer frente a lo largo del próximo año a sus propios retos estructurales. Continuar con las mejoras en la competitividad en el conjunto de nuestra economía, aumentar los niveles de inversión en algunos sectores algo más ralentizados y trabajar por la recuperación de la fortaleza de su sector turístico y de innovación tecnológica que en los últimos años no han tenido el apoyo y foco que requieren para mantener su posición de liderazgo en a nivel global. 

El peso de la industria, en la configuración de nuestro PIB está actualmente situado en el entorno del 20%. Somos una de las Comunidades Autónomas con un mayor peso del componente industrial en el conjunto de nuestra economía. Sin embargo, la ambición de Cataluña debe ser mayor. El reto está en alcanzar el 25% de nuestro PIB a finales de esta década. Volver a situarnos así en números similares al porcentaje que teníamos al comienzo del siglo XX, un 27%. Para avanzar hacia ese objetivo, Cataluña deberá continuar aumentando la inversión, mejorar de manera significativa nuestros indicadores de productividad y seguir apostando por el crecimiento de las exportaciones industriales. La internacionalización de una industria catalana innovadora, tecnológica y digitalizada, volcada en el valor añadido y en la generación de empleo de calidad, puede convertirse en una de las mejores ventanas con las que Cataluña se proyecte ante el mundo como un territorio de innovación. 

Todo ello, unido a un momento de transformación tecnológica profunda y acelerada (representada por la irrupción de la IA, pero abarcando múltiples tecnologías e industrias: Transporte, Energía, Sanidad, etc.) requerirá de importante colaboración entre el sector público, privado y los agentes sociales, para asegurar tanto la competitividad como el bienestar de la sociedad. 

En la consolidación y desarrollo de nuestras capacidades en Innovación y Tecnología, creo que tenemos una de las claves más relevantes para asegurar nuestro futuro.  Apostando por liderar las iniciativas de inversión y de atracción de talento en dichos ámbitos, seremos capaces de convertir los retos que afrontamos, en grandes oportunidades.  Con ellas, nuestra economía será más sólida, la calidad de nuestro empleo será mayor, nuestros indicadores de productividad serán más elevados y la solidez de nuestra estructura productiva, una garantía ante los ciclos económicos que lleguen en los próximos años. No tenemos tiempo que perder. El 2025 debe ser un año de avances significativos en este sentido. 

Y finalmente, la vivienda. Ésta se presenta como uno de los retos principales de Cataluña, y sobre todo de Barcelona y su área metropolitana. La escasez de vivienda nueva opera como un factor clave en el incremento de los precios. Y aunque este se sitúa algo por debajo de otras zonas altamente tensionadas del resto del país, el acceso a la vivienda se ha convertido en uno de los principales escollos para amplios sectores de la sociedad. Todas las instituciones están implicadas en la solución ante este problema. Y de la misma manera, el sector privado. A todos ellos corresponde enfrentar uno de los principales retos de país que debemos afrontar en 2025. El proyecto vital de muchas mujeres y hombres jóvenes en nuestra sociedad depende de que tanto las instituciones como las empresas sepamos abordarlo. Parte importante de nuestro futuro como sociedad se juega aquí.

El 2025 será sin duda un año emocionante. Si los grandes sobresaltos de nuestro ciclo histórico y de nuestro contexto global no lo impiden, los meses venideros estarán llenos de oportunidades renovadas para Cataluña. Estoy convencido de que sabremos aprovecharlas.  

Resumen

Cataluña sigue afrontando incertidumbres propias y externas, si bien es cierto que afrontamos el nuevo año con un escenario institucional y político que, a priori, parece presentarse de manera más previsible y ordenada que en el pasado. En dicha línea, la economía empieza a dar muestras de que mantendrá el pulso y el empleo también mejorará. 

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