En este contexto, Europa, rezagada en términos de competitividad y crecimiento, debe reforzar su autonomía estratégica, tal como subrayó recientemente el Informe Draghi. España, por su parte, afronta el doble desafío de consolidar su papel en una Europa fortalecida y resolver las limitaciones estructurales que frenan la productividad y competitividad de su tejido empresarial.
Desde el Círculo de Empresarios, como institución de la sociedad civil que persigue el interés general de España, hemos reiterado en numerosas ocasiones la necesidad de implementar reformas estructurales en áreas clave como educación, justicia, fiscalidad, mercado laboral, administraciones públicas y entorno regulatorio. Solo mediante estos cambios será posible avanzar hacia un crecimiento sostenible e inclusivo. Además, es crucial reducir las barreras regulatorias y fiscales que dificultan el crecimiento del tamaño medio de las empresas españolas, y crear un entorno que fomente la atracción y retención de talento e inversión. Esto requiere superar la fragmentación política y construir acuerdo y consensos sólidos basados en la transparencia, la seguridad jurídica y la defensa de la libertad económica.
Las empresas serán los actores clave en este escenario por su capacidad para generar riqueza y empleo. Sin embargo, estarán obligadas a tomar decisiones estratégicas para garantizar su sostenibilidad y competitividad. Esto implicará desarrollar estructuras de gobernanza responsables empresarial y socialmente y que al mismo tiempo sepan adaptarse a cambios regulatorios, tensiones geopolíticas, conflictos comerciales y crisis energéticas.
Además, las empresas deberán gestionar mejor su propósito de entregar a la sociedad los bienes y servicios que ésta requiere en condiciones de justo equilibrio entre las exigencias de rentabilidad y colaboración con los intereses generales, la responsabilidad social con atención a los “stakeholders” mediante cumplimiento estricto de normas y regulaciones. Para ser competitivas en el nuevo entorno, su visión integral y de largo plazo, como defiende el Business Roundtable, debe priorizar la creación de valor para todos sus grupos de interés: clientes, empleados, proveedores, las comunidades en las que operan y accionistas. Las empresas son conscientes de que su legitimidad depende en gran medida de su capacidad para generar valor compartido, y de que deben vincularse a su impacto social. Deben asumir un liderazgo transformador que promueva la cohesión y fomente la confianza de la sociedad en el modelo empresarial y en las instituciones.
En este orden de cosas y viajando por el acrónimo ESG, la transición ecológica es un imperativo en la transformación y colaboración empresarial. La Unión Europea ha establecido metas ambiciosas de descarbonización y, en consecuencia, el propósito empresarial debe alinearse con estos objetivos. Esto implica que las empresas deben no solo cumplir con regulaciones más estrictas, sino también ver la sostenibilidad como un componente fundamental para la necesaria competitividad. Esta adaptación conlleva inversiones significativas y gran atención a los impactos sociales que de ellas derivan con la exigencia del mejor gobierno de la empresa para manejar la gran presión sobre la cuenta de resultados que exige esta transformación. Para las empresas en España, este cambio hacia la sostenibilidad financiera, económica y social representa tanto una oportunidad como un desafío. El potencial para el desarrollo de energías renovables supone una ventaja competitiva para todos generando valor a largo plazo y posicionando a España como líder en el ámbito energético en el continente.
En 2025, las tecnologías como la inteligencia artificial y la automatización avanzada revolucionarán muchos sectores, generando nuevas oportunidades, pero también amenazas para quienes no han sabido adaptarse. Desde el Círculo enfatizamos la importancia de que las empresas inviertan en nuevas tecnologías y en la transformación digital para mejorar sus procesos, reducir costes y ofrecer productos o servicios mejor adaptados a un mercado dinámico. La ciberseguridad también será prioritaria, garantizando la protección de datos y la continuidad operativa frente a crecientes amenazas digitales. Por supuesto la gestión y aplicación práctica de la IA también tiene repercusión directa en los ingresos debido a una mejor y más eficaz atención a las necesidades y requerimientos de los clientes.
En definitiva, los grandes desafíos geoestratégicos y económicos globales obligan a acelerar el proceso de transformación estructural en Europa y en España para garantizar la competitividad y lograr un crecimiento sostenible y sólido. Desde el Círculo de Empresarios, insistimos en la importancia de superar la polarización política y recuperar la capacidad de diálogo, indispensable para la adopción de acuerdos y la implementación de las reformas necesarias. Asimismo, somos conscientes de que el tejido empresarial tiene un papel protagonista en este proceso de cambio dada su relevancia en la creación de empleo y riqueza, y su responsabilidad social. Las empresas deben mejorar y rediseñar su estrategia para afrontar con garantías de éxito los nuevos retos derivados de la digitalización, la transición energética y la reconfiguración de las relaciones internacionales.