Si la UE quiere ser un verdadero actor geopolítico, debemos recalibrar nuestra brújula estratégica, utilizando de manera más coherente nuestros instrumentos políticos y económicos e identificando no solo los riesgos, sino también los socios y las oportunidades de manera más eficaz. Por eso he argumentado desde el comienzo de mi mandato que Europa debe profundizar sus lazos con los países de América Latina y el Caribe (ALC).
América Latina representa el 14 % de la producción mundial de alimentos y el 45 % del comercio agroalimentario internacional neto. La región alberga cerca del 50% de la biodiversidad global, obtiene un tercio de su energía de fuentes renovables y cuenta con reservas significativas de materias primas cruciales para la transición energética, incluyendo los depósitos más grandes del mundo de cobre y litio. Su ubicación geográfica, riqueza cultural y población joven son activos fundamentales para una mejor integración en las cadenas globales de valor.
La Unión Europea y la región de América Latina y el Caribe (ALC) comparten un interés común en promover el crecimiento sostenible y mejorar la resiliencia económica, reduciendo las dependencias excesivas y diversificando las relaciones comerciales. Tenemos una larga historia de vínculos políticos, económicos y culturales. Las dos regiones en conjunto representan el 21 % del Producto Interno Bruto y el 14 % de la población mundial. Los 33 países de ALC, junto con los 27 de la UE, representan un tercio de los miembros de las Naciones Unidas.
La UE es el tercer socio comercial más importante de ALC y el principal contribuyente de la cooperación al desarrollo. El comercio bilateral ha crecido un 39 % en los últimos diez años. Gracias a los 693000 millones de euros de inversión acumulada 2022, la UE es el primer inversor, con una inversión total en ALC equiparable a las inversiones extranjeras directas combinadas de la UE en China, India, Japón y Rusia.
La UE ha dado un fuerte impulso político a nuestra relación con la región en la Cumbre UECELAC de julio de 2023. Durante esta Cumbre, firmamos una Declaración Conjunta sobre una Alianza Digital con 20 países de la región, incluyendo Brasil, México y Argentina y se concluyeron acuerdos sobre energía y materias primas con Argentina, Uruguay y Chile. La UE también presentó una agenda de inversiones para ALC en el marco de la iniciativa Global Gateway que asciende a 45000 millones de euros hasta 2027. La próxima cumbre se celebrará en Colombia en 2025.
Ambas regiones están conectadas a través de una de las redes más densas de acuerdos comerciales. La UE tiene asociaciones con 27 de los 33 países de ALC entre las que se incluyen acuerdos con México, Centroamérica, Chile, los países andinos (Colombia, Perú, Ecuador) y el Caribe (CARIFORUM). La UE se ha comprometido a completar su red de acuerdos de asociación y comercio en la región mediante la firma del Acuerdo Marco Avanzado modernizado con Chile y la conclusión de las negociaciones en curso con Mercosur y México.
A menudo se abusa de la palabra "estratégico". Sin embargo, en el caso del acuerdo UEMercosur, no podría ser más adecuada. En primer lugar, el acuerdo UE-Mercosur va más allá de un simple tratado comercial. Es un instrumento profundamente político que, al avanzar en el diálogo y la cooperación, sellaría una alianza estratégica entre dos regiones que están entre las más alineadas del mundo en términos de intereses y valores.
Al reunir a dos de los bloques comerciales más grandes del mundo, con una población combinada de más de 700 millones, el acuerdo UE-Mercosur sería el tratado comercial más grande que la UE haya concluido en su historia. También sería el primer gran acuerdo comercial integral de Mercosur, reforzando así la integración del grupo. El acuerdo aumentaría el comercio y la inversión bilaterales, y reduciría las barreras arancelarias y no arancelarias, especialmente para las pequeñas y medianas empresas.
Los países del Mercosur desean exportar más a Europa, pero también quieren evitar ser reducidos a exportadores de recursos extractivos. Pretenden desarrollar su capacidad productiva y exportadora, agregando valor a los recursos naturales a través de la innovación y la tecnología, de la mano de altos estándares sociales y ambientales. Ahí radica el valor añadido de Europa.
El acuerdo también es importante para avanzar en la acción climática y la protección del medio ambiente. De hecho, el acuerdo político alcanzado entre la UE y Mercosur en 2019 fue uno de los primeros en incluir una referencia al acuerdo climático de París. Si queremos promover y ayudar a la transición verde y la protección del medio ambiente, nuestro marco regulatorio interno debe ir acompañado de un diálogo y cooperación internacionales más amplios, centrados en la implementación de compromisos compartidos y cadenas de valor más sostenibles.
La Unión Europea y Chile concluyeron las negociaciones sobre el nuevo Acuerdo Marco Avanzado en diciembre de 2022, veinte años después de la firma del primer Acuerdo de Asociación UE-Chile. Desde la entrada en vigor del Acuerdo de Asociación, el flujo de comercio bilateral se ha más que duplicado y la Unión Europea se ha convertido en el primer inversor en Chile, alcanzando el 33% de la inversión extranjera total. Este Acuerdo Marco Avanzado abarca una amplia agenda en ámbitos como el comercio y la inversión, la sostenibilidad, la innovación, los derechos humanos y la cooperación multilateral.
La UE es el tercer socio comercial de México después de Estados Unidos y China, y su segundo mercado de exportación. La UE es también el segundo inversor después de los EE.UU., muy por delante de China. Desde 2000, alrededor del 30 % de la inversión extranjera directa procede de la UE. El Acuerdo Global UE-México se firmó en 1997. El nuevo Acuerdo que queremos concluir actualizaría y modernizaría nuestra relación, ampliando el Diálogo Político y también abordando la igualdad de género, la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible.
En un mundo de gigantes, si queremos ser influyentes y reforzar nuestras respectivas autonomías estratégicas, no podemos hacerlo solos. Ampliar y profundizar nuestra red de acuerdos es un imperativo estratégico para hacer frente a los desafíos de un mundo marcado por los conflictos, la incertidumbre y la inestabilidad.