La generalización del trabajo híbrido parece algo inevitable e imparable.
En marzo de 2020 y sin que nadie fuera consciente, se desencadenó un experimento a escala global que nadie preveía. No obstante, muchos hablaban de ello como una tendencia de futuro en el mundo del trabajo.
La situación cogió por sorpresa a infinidad de compañías que hasta entonces poco o nada habían avanzado en lo que, en aquellos momentos, aún se conocía como teletrabajo. La tecnología, la cultura, los procesos y métodos de trabajo no estaban suficientemente preparados para abordar un cambio tan radical en la forma de trabajar de las organizaciones.
Sin embargo, la respuesta fue extraordinaria, tanto en términos de esfuerzo como de resultados, ya que se consiguió dar continuidad a las operaciones y mantener unos niveles de productividad que, en algunos casos, han llegado a ser superiores a los que había cuando comenzó la pandemia.
Casi dos años después, durante los cuales se ha acuñado por el camino una larga lista de nuevos términos (smart, remote, hybrid, etc.), todavía no se ha despejado la incógnita sobre qué ocurrirá en el futuro. Las enormes expectativas generadas respecto a una disrupción radical en los modelos de trabajo parecen ir difuminándose y todo apunta hacia la tan ansiada normalidad. Pero ¿es esta la normalidad que requieren las organizaciones y sus empleados en esta nueva era?, ¿el nivel de aceleración de transformación digital interna de las compañías es equivalente al que han desarrollado de cara al mercado?
Los datos procedentes de informes como el Work Trend Index publicado por Microsoft, donde se indicaba que el 41% de la fuerza de trabajo estaba considerando abandonar su puesto de trabajo en el próximo año, empiezan a convertirse en realidad a través de fenómenos como la “Great Resignation”, que está provocando oleadas de salidas voluntarias de empleados en Estados Unidos (4,3 millones de personas en agosto y 4,4 millones en septiembre).
Las causas de estos abandonos masivos de los puestos trabajo son varias, pero, en general, están relacionadas con un cambio de paradigma en la forma de entender el trabajo dentro de nuestras vidas. Tal y como indica el informe EY Future Consumer Index, la crisis del COVID-19 ha colocado en el foco aspectos como el bienestar, la salud o el equilibrio entre vida personal y profesional. Así, el 31% de los encuestados espera mejorar en este sentido y hasta un 50% espera que estos cambios alcanzados se consoliden de manera significativa en sus vidas. Para los consumidores que participaron en el estudio, avanzar hacia la “normalidad” no significa que su vida vuelva a ser como antes, sino que debería implicar un esfuerzo activo para crear algo verdaderamente nuevo.
No obstante, entre las razones de mayor peso se encuentra el deseo de flexibilidad, que se traduce en una relevancia creciente de los modelos de trabajo híbridos como factor diferencial dentro de la propuesta de valor para los empleados y candidatos. Este formato de trabajo se ha convertido en el vehículo para hacer realidad las aspiraciones profesionales y personales de muchos trabajadores, tal y como indica el propio informe de Microsoft citado, en el que se pone de manifiesto que un 73% de los empleados demanda opciones de trabajo remoto flexible para mantenerse en su puesto de trabajo actual.
Estas expectativas empiezan a trasladarse al mercado laboral con la aparición de nuevos caladeros de empleo, tal y como explica Burning Glass en su informe “After the Storm”, en el que habla de cinco economías sobre las que se apoyará la recuperación (logística, cuidado, verde, automatización y remoto), que concentrarán la creación de empleo en los próximos años. En concreto, parece altamente probable que surjan nuevas profesiones vinculadas al mundo remoto, como por ejemplo en el ámbito de la educación, el e-commerce o la realidad virtual/aumentada, que será un habilitador clave en los modelos de trabajo híbridos.
Para terminar de confirmar estos datos, el propio informe de Microsoft indica que las ofertas de empleo abiertas en LinkedIn, asociadas a trabajo remoto, se han multiplicado por cinco en los últimos meses y el mercado de talento global empieza a convertirse en una realidad gracias las posibilidades que ofrecen los nuevos modelos laborales.
A la vista de estos datos y reflexiones, la generalización del trabajo hibrido parece algo inevitable e imparable. No obstante, si observamos la velocidad de implantación de estos modelos y el nivel de ambición y disrupción de los mismos, da la impresión de que el futuro (o más bien el presente) nos puede volver a pillar en fuera de juego. Si eso ocurre, esta vez el reto no será desplegar rápidamente dispositivos y aplicaciones para poder trabajar en remoto, tal y como ocurrió en los primeros días de la pandemia, el reto consistirá en ser capaces de atraer y retener talento y en conseguir ser competitivos en un mercado más dinámico y flexible.
Publicado en Diario Sur