El diseño ético y responsable parte de los principios de los derechos humanos, esfuerzo humano y experiencia humana
¿Por qué es relevante?
En su reporte anual del 2002 el Design Council indicaba que el 80% del impacto de un producto o servicio en el entorno¹ se gesta en las primeras etapas del diseño. Veinte años después, esta afirmación sigue siendo vigente e inclusive ha tomado aún más fuerza.
Fuerzas y tendencias
A pesar de los grandes avances que hemos tenido como sociedad, siguen existiendo muchas áreas de oportunidad para hacer de este mundo uno mejor. Todavía vemos múltiples impactos negativos en nuestro día a día a raíz de un diseño inadecuado.
¿Cuántos productos, servicios y experiencias con los que interactuamos cotidianamente han sido diseñados sin considerar a una parte de la población? Tal es el caso del servicio de transporte público que en algunos países no fue diseño para personas con capacidades diferentes o los productos diseñados sin considerar a las personas zurdas. ¿Cuántos productos, servicios y experiencias fueron diseñados sin evaluar el impacto que estos podrían tener en la sociedad o el medioambiente? Por ejemplo, las pajillas o pitillos y las bolsas de plástico que a pesar de ser de gran utilidad para los consumidores han tenido un impacto nocivo en el medioambiente.
Además, con el desarrollo acelerado y la penetración de la tecnología en todo lo que hacemos, así como los impactos positivos y negativos que tiene en la sociedad en torno a cómo interactuamos y socializamos unos con otros, el diseño está siendo cada vez más cuestionado. Inclusive hay antiguos empleados, inversionistas, fundadores o simplemente activistas que han alzado la voz diciendo que la tecnología que usamos en el día a día (e.g., redes sociales, asistentes de voz) está diseñada para provocar algunos síntomas adversos en la gente como polarización, depresión, superficialidad, pérdida de la capacidad de atención, adicción, entre otros.
Dado lo anterior, hoy el diseño ético toma una mayor relevancia en el proceso de creación de un producto, servicio o experiencia, para que así las empresas, organizaciones o Gobiernos lo utilicen en su beneficio para prevenir un impacto negativo o no deseado y, por el contrario, generen el mayor valor de manera sostenible.
Beneficios y riesgos de no aplicar el diseño ético
Determinar el retorno sobre la inversión del diseño ético es algo complejo de evaluar. Inclusive se podría cuestionar que, en el corto plazo, tener un comportamiento poco ético puede ser más rentable, aunque es claro que en el largo plazo este tipo de comportamientos tienden a tener un mayor costo o impactos no esperados y, por ende, generar menor valor.
Al utilizar el diseño ético, las empresas, organizaciones y los Gobiernos pueden generar un mayor valor de largo plazo al estrechar la relación con sus usuarios, atendiendo sus necesidades y creencias, lo cual crea mayor lealtad y un impacto positivo en su entorno, más allá de los beneficios individuales.
En una sociedad con consumidores, empresas y Gobiernos cada vez más conscientes de su entorno, el diseño ético surge como una disciplina clave para diseñar productos, servicios y experiencias que permitan diferenciar y potenciar la propuesta de valor al encontrar un balance entre los objetivos de generación de valor y el apego a ciertos principios morales; es decir, encontrar un balance entre soluciones adaptadas a las necesidades de los usuarios (ya sean consumidores, empresas, colaboradores, ciudadanos) y el impacto que tienen sobre su entorno (e.g., social, económico, medioambiental).
En un contexto donde la presión de ser organizaciones moralmente responsables es cada vez mayor y no una moda pasajera, no aceptar y adoptar el diseño ético puede limitar o restringir drásticamente la competitividad de una organización y llevarla al fracaso. El diseño poco ético es problemático ya que en algún momento u otro generará algún conflicto al usuario y/o al prestador del producto, servicio o de la experiencia y, por lo tanto, impactará el objetivo primario de generación de valor.
En línea con esto, los resultados del EY Consumer Index² detallan cómo los consumidores están cambiando y esperan una actitud activista y responsable de las empresas sobre sus productos, servicios y experiencias:
- 84% de los consumidores dicen que la sostenibilidad es importante al hacer sus decisiones de compra, 86% evalúan la cantidad de empaque al comprar un producto, y 62% están dispuestos a compartir sus datos personales para tener recomendaciones sobre productos más saludables.
- 55% de los consumidores consideran que deben impulsar a las empresas y organizaciones a tener mejores resultados sociales y ambientales, 73% estiman que las marcas tienen una responsabilidad de tener un impacto positivo en el mundo, y 80% creen que las marcas deben ser transparentes sobre el impacto ambiental que tienen en la producción de sus productos.
Además, según otros estudios, las empresas con prácticas robustas ESG³ tienen un mejor desempeño que el de sus pares en el mercado de valores⁴ y las empresas que tienen un comportamiento ético suele tener mayor lealtad de sus consumidores, aumentando la promoción de boca en boca, el compromiso del consumidor y la percepción de calidad⁵.
Creemos firmemente que el diseño está al servicio de los seres humanos y de los negocios, pero también es responsable del mejoramiento de la sociedad y de nuestro mundo