Aunque COVID-19 domina los titulares, el marco para la gestión eficaz del riesgo geopolítico no ha cambiado fundamentalmente.
En nuestra Perspectiva Geoestratégica 2020, el Grupo Geoestratégico de Negocios describió cuatro fuerzas principales que están transformando el panorama empresarial global — globalización, tecnología, demografía y medio ambiente — y evaluó cómo estas fuerzas están dando forma a los desarrollos globales y regionales. El brote global de COVID-19 acelerará de muchas maneras la trayectoria de cada una de estas tendencias.
Globalización: un nuevo regionalismo cobra impulso
En cuestión de pocas semanas, COVID-19 ha llevado a países de todo el mundo a cerrar sus fronteras. Al mismo tiempo, las instituciones de gobernanza multilateral no han logrado hasta ahora coordinar la respuesta a la pandemia a nivel mundial. Si bien no se trata de signos de la campana de la muerte de la globalización, es evidente que la pandemia, que podría agravar los crecientes sentimientos nacionalistas y populistas, cambiará la narrativa y la línea de recorrido de la tendencia. Las empresas tendrán que ajustar sus geoestrategias en ámbitos como la diversificación de la cadena de suministros, en los que muchas multinacionales ya han estado aplicando una estrategia de "China más uno". La preocupación por la bioseguridad intensificará el regionalismo y la localización.
Tecnología: la competencia global se acelera
La tecnología y la innovación han demostrado ser fundamentales para la supervivencia y el éxito de las empresas, y la crisis está obligando a los que adoptan tardíamente la digitalización, el trabajo a distancia y el comercio electrónico a ponerse al día de la noche a la mañana. Tanto las soluciones a corto como a largo plazo para COVID-19 dependerán de la tecnología, aun cuando la rápida escalada de la actividad social y empresarial en línea ha creado un entorno más vulnerable a las campañas de desinformación y los ciberataques. La seguridad nacional y las repercusiones económicas de estos cambios y desafíos acelerarán y agudizarán la naturaleza geopolítica de la competencia tecnológica.
Demografía: el envejecimiento cataliza el reequilibrio global
La pandemia está acentuando las implicaciones sociales, económicas y políticas del envejecimiento. El perfil demográfico de un país determinará las cargas operacionales y de costos que el brote imponga: las sociedades más antiguas se enfrentan a un mayor número de víctimas humanas y económicas a causa de la enfermedad y, tal vez, a una recuperación económica más lenta. Las naciones con grandes poblaciones de jóvenes que se enfrentan a un alto desempleo y a dislocaciones económicas como resultado de la pandemia pueden correr un mayor riesgo de trastornos sociales.
Medio ambiente: la carrera contra el reloj continúa
Aunque ha ayudado a reducir drásticamente las emisiones, COVID-19 ha eliminado la política climática como una preocupación inmediata. No está claro cuándo y cómo volverá a surgir el tema de la política ambiental, pero lo hará. La sabiduría común sostiene que la incertidumbre y las dificultades económicas disminuyen la importancia de las preocupaciones ambientales, pero los encargados de formular políticas en Europa, y tal vez en los Estados Unidos, podrían aprovechar la crisis para dar prioridad a más energía e inversiones "verdes".
La pandemia está acelerando cambios fundamentales en la actividad económica y social — como la reducción de los desplazamientos y los viajes aéreos — que pueden persistir después de que la crisis retroceda; las empresas y los individuos están aprendiendo a trabajar, construir y mantener el trabajo en equipo, atender a los clientes y vivir sin subir a un avión. Y muchos grandes inversores institucionales siguen centrados en la sostenibilidad, incluso en medio de la crisis de COVID-19.
¿Cómo afectará COVID-19 a los riesgos políticos en todo el mundo?
La pandemia se está desarrollando en diferentes marcos temporales y formas en las regiones de todo el mundo, lo que conduce a implicaciones económicas, políticas y sociales divergentes. COVID-19 ha intensificado la desaceleración del crecimiento de China, pero Beijing ha utilizado las crisis pasadas para realizar cambios geoestratégicos para obtener ventajas a largo plazo y puede que lo vuelva a hacer.
En la UE, las presiones de fragmentación se han puesto de manifiesto por una respuesta a la pandemia que — al menos hasta ahora — ha sido descoordinada y se ha detenido. Y COVID-19 está retrasando las elecciones primarias presidenciales de los Estados Unidos y las convenciones de los partidos; la pandemia está incluso eclipsando un posible gran cambio en la política de los Estados Unidos después de noviembre.
En términos más generales, los mercados emergentes se están viendo muy afectados por la caída de las exportaciones de productos básicos, las remesas y los ingresos del turismo. En medio del aumento de los costos de la gestión de la pandemia, esas conmociones de la cuenta corriente podrían catalizar los disturbios políticos.