Un nicho desatendido de higiene industrial representó una oportunidad de negocio que poco a poco ha ido creciendo y que hoy ya tiene presencia en ocho países de América.

U
n nicho desatendido representó una oportunidad de negocio que poco a poco ha ido creciendo y que hoy ya tiene presencia en ocho países de América. Pola Guanilo, fundadora de R&G Seguridad e Higiene Industrial, nos cuenta como se desarrolló la empresa y cuáles son sus planes a futuro.

¿Cómo nace R&G? 

Estudié Ingeniería de Alimentos y durante la carrera conocí a mi esposo, que estudió Ingeniería Mecánica. Nosotros siempre conversábamos sobre crear algo, soñábamos con la posibilidad de transformar, pero como aún estábamos estudiando, veíamos esos planes un poco lejanos. Cuando terminamos la carrera cada uno comenzó a trabajar por separado, pero 4 años después, en 2009, decidimos invertir nuestros ahorros en una empresa e identificamos un segmento que estaba desabastecido, el de bioseguridad de las personas que manipulan alimentos. Este es un aspecto muy importante, porque, por ejemplo, si la persona encargada de manipular los alimentos no utiliza mascarilla, puede contaminar el producto final y perjudicar tanto a las empresas productoras como a los clientes.  

Y entonces nació R&G. Comenzamos fabricando botas plásticas descartables con una máquina que ensambló mi esposo, y hacíamos bota por bota, una por una. 

¿Cómo fue creciendo la empresa?  

Luego de la bota plástica descartable, comenzamos a vender otras prendas de bioseguridad y fuimos creciendo. El volumen de pedidos aumentó y me volví comercializadora, y luego de eso, importadora. Sin embargo, después de un tiempo noté que la cantidad de importaciones (principalmente de mascarillas) crecía bastante rápido y pensé que era el momento de fabricar.  

Un factor importante para el crecimiento de R&G fue que, gracias a mi carrera, tenía la capacidad de asesorar a los jefes calidad de las empresas de alimentos, y de acuerdo con lo que observaba en sus procesos les recomendaba los productos de bioseguridad que necesitaban. Así, llegamos a abastecer prácticamente a toda la industria en el país, por lo que dimos un paso más y empezamos a vender en el extranjero. 

El primer país donde exportamos fue Bolivia. Con el tiempo instalamos un almacén y un área comercial para que el negocio fuera sostenible, actualmente estamos implementando una planta de procesamiento allá. Luego logramos vender a Colombia, Chile, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Puerto Rico y Estados Unidos. Ahora R&G cuenta con almacenes y área comercial en Colombia, Estados Unidos y Bolivia. 

¿Cuáles creen que han sido los mayores logros y/o desafíos a lo largo de su historia?  

El poder demostrar que sí se puede hacer empresa en el Perú ha sido el logro más grande, y uno del que me siento muy feliz. Hemos fabricado con éxito y exportado un producto no tradicional, compitiendo con China. En Perú necesitamos industrias sostenibles y que trasciendan; es importante que como empresas dejemos un legado en el país. 

Sin embargo, no hay que perder de vista la importancia de mantener actualizadas las tecnologías. Este es el gran reto. Actuar rápidamente de acuerdo con los avances de la tecnología nos permite mejorar nuestra eficiencia, que muchas veces es el elemento por el que nos pueden sacar ventaja otros países. 

Y, por otro lado, uno de los principales desafíos es formar un equipo humano convencido de trabajar en conjunto y por un mismo objetivo. Podemos empezar el camino con ciertas personas, pero conforme vamos avanzando algunas se van, entonces formar un equipo sólido sin duda es un gran desafío para una empresa.  

¿Cómo están incorporando el factor sostenibilidad en la empresa?

En todos nuestros productos de plástico usamos la tecnología D2W, que permite que el plástico se degrade en un tiempo determinado sin contaminar el medio ambiente. Actualmente estamos fabricando productos que se degradan en un plazo de 2 a 5 años como máximo. Además, utilizamos la tecnología D2P, que permite fabricar productos antivirales y antibacterianos, porque elimina bacterias como Escherichia coli, Salmonella, Listeria, entre otros. 

Adicionalmente, trabajamos con la tecnología Copptech, en la fabricación de productos elaborados con polipropileno. El Copptech nos permite integrar cobre y zinc en la ropa y accesorios que producimos, lo cual brinda una protección antimicrobiana al eliminar e inhibir la replicación de virus como el Covid-19. Todas estas tecnologías son incorporadas en la fabricación de guantes, mandiles, ropa médica, ponchos, etc.

Buscando constantemente nuevas opciones para la producción sostenible. Por ejemplo, actualmente en el Perú, todas las bolsas que existen se fabrican con pellets de otros países, pero podríamos usar nuestro propio pellet orgánico peruano. Nos falta es identificar qué tecnología podemos aplicar para ello, y en eso estamos trabajando. Asimismo, para el 2024, estamos apuntando a utilizar el gas natural como nuestra fuente de energía principal. 

¿Están implementando procesos de automatización en sus operaciones?

Estamos llevando a cabo un plan de automatización. Hemos iniciado con las mascarillas y respiradores, que son productos muy demandados. Para ello, hemos aplicado tecnología europea, muy eficiente para la producción de estos productos.

También estamos en el proceso de automatizar la producción de tocas y cubrezapatos. Lo que buscamos es que nuestra empresa sea eficiente, a través de la automatización y de las energías que utilizamos. Esperamos llegar al 2024 con toda la planta automatizada.

Muchos de sus productos fueron altamente demandados durante la pandemia, ¿cómo respondieron a esta situación?

Antes de la llegada de la pandemia, R&G tenía 115 trabajadores, contábamos con un solo turno y estábamos creciendo a un ritmo moderado. Con la llegada del Covid-19 salimos de nuestra zona de confort. Comenzamos a trabajar en tres horarios, sin parar, por casi un año; y cuando hubo escasez de materia prima o materiales como el elástico, sumamos esfuerzos y construimos alianzas con otras compañías del país para surtirnos de material.

En este periodo nuestra producción se destinó en 100% al Minsa (Ministerio de Salud), debido a la alta demanda de nuestros productos por parte de enfermeras, doctores y personal de salud en general. Éramos la única compañía de fabricación de mascarillas en el Perú. 

La pandemia fue un periodo intenso que nos trajo muchos retos, pero nos enseñó que podíamos crecer más, que podíamos integrar procesos con otras empresas, y nos impulsó a crecer de una manera más acelerada.