Cristihan Pinto

Cristihan Pinto

Líderes Empresariales del Cambio LEC 2024, Premio Categoría Empresa Corporativa y Entrepreneur Of The Year Perú 2024

Empresa: Alimentos Cielo

“Como mi madre decía, si ya te metiste en algo, tienes que hacerlo. No hay opción a mirar atrás.”

Cristihan Pinto Barrios, natural de la provincia de Sandia (Puno), recuerda con claridad el año en que su vida y la de su familia cambió radicalmente: 1998. Entonces, él tenía 19 años y era un estudiante de quinto ciclo de la carrera de Ingeniería Química; sin embargo, tuvo que dejarlo todo para migrar a la capital con su madre y sus cinco hermanos. Según cuenta, la familia llegó a la ciudad con un pequeño capital que le permitió invertir en un negocio: un puesto en el Mercado de Productores de Santa Anita donde se dedicaron al comercio de abarrotes. “Teníamos que medir hasta el último centavo”, agrega Pinto, y destaca que su madre, Gregoria Barrios, hacía malabares para sacar adelante a sus cinco hijos. “Algo que siempre nos ha inspirado ha sido el empuje de nuestra madre. Ella nos ha inculcado la importancia de tener fortaleza mental y de trabajar unidos”.

Tras unos años dedicados al rubro de los abarrotes, de manera natural, la familia comenzó a ganar interés en la industria alimentaria. En un principio, incursionaron en la maquila de conservas de pescado con su propia marca, Cielo; luego hicieron lo mismo con el aceite; hasta que comenzó a parecer lógica la creación de una fábrica propia. “En un principio, mi madre no estaba de acuerdo: ella quería comprar una casa. Pero le explicamos y le hicimos entender que eso podía esperar”, cuenta Pinto. El destino elegido fue Lurigancho-Chosica, donde hasta el día de hoy se encuentra la sede principal de Alimentos Cielo. Tras un año de implementación, el 11 de agosto de 2006 entró en producción el primer lote de aceite. La creación de la empresa coincidió, también, con una triste casualidad: el día en que salió la primera gota de aceite de la fábrica, falleció Gregoria Barrios.

Las enseñanzas de la matriarca quedaron muy presentes entre sus cinco hijos, quienes nunca olvidaron la importancia de la unión familiar. Es un valor que tuvieron muy presente ese mismo año, cuando tuvieron que enfrentar una primera recesión debido a la enorme inversión que implicó la implementación de la fábrica. “Si bien habíamos investigado, no teníamos un verdadero conocimiento de todo lo que implicaba estructurar un financiamiento. Lo que tocó fue afrontar nuestros compromisos y apoyarnos entre nosotros. Estar fuertes y unidos como familia”, dice.

Es de esta manera que han logrado superar los obstáculos y crecer. En 2015 tomaron otra gran decisión: invertir en una segunda sede en Pachacamac. Allí se implementó un molino de trigo y, un año después, se adquirieron máquinas para elaborar fideos largos y cortos. Esto permitió que la empresa ingresara en dos rubros que hoy son clave: pastas y harinas. Además de ello, actualmente, están realizando las inversiones necesarias para lanzar nuevos productos y convertirse en líderes en el sector alimentario en el Perú. Para lograrlo, la perseverancia será clave. “Siempre va a haber problemas en una empresa”, dice Pinto. “Pero, como decía mi madre, si ya te metiste en algo, tienes que hacerlo. No hay opción a mirar atrás”.Esa fórmula le funcionó para mantenerse en pie durante la pandemia. Incluso, tomó riesgos: amplió la nómina de su compañía mediante la apertura de dos tiendas y un taller de servicio automotriz. Ahora, su aspiración es extender su presencia a otras regiones del Perú, porque se ha hecho un nombre en el rubro otrora dominado por hombres. “Varios mecánicos ahora me saludan y me dicen: ‘chinita, yo te conozco desde que eras de este tamaño. ¡Qué bueno, mira todo lo que has logrado!’... Eso me emociona mucho”, confiesa.