Asimismo, la crisis sanitaria ha causado tensión entre países y organizaciones. Por ejemplo, una discusión entre Donald Trump y el gobierno de China por el manejo de la crisis del coronavirus provocó el fin de la relación entre Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Como resultado de dicha disputa, la agencia especializada en promover la salud, mantener al mundo seguro y velar por las personas en situación de vulnerabilidad, se ha quedado sin el 15%20 de su presupuesto anual, el cual venía directamente de ese país.
Por otro lado, la Unión Europea está pasando por un efecto combinado entre el COVID-19 y el Brexit. Las negociaciones se han visto paralizadas, además de que habrá que replantear grandes temas; desde el comercio internacional hasta el funcionamiento de las fronteras y el turismo, considerando el alto impacto en el ámbito sanitario y económico que trajo el virus.
Se puede ver entonces que las crisis mundiales llegan a tener consecuencias muy fuertes, tanto positivas como negativas. El COVID-19 ha provocado un impacto nunca antes visto, pero se debe tomar como una ventana de oportunidad para reflexionar, reimaginar y resetear al mundo para crear un futuro más sano, Equitativo y próspero.
Según el World Economic Forum, el mundo requiere de un Gran Reset 21 en el que se logre la reconstrucción global de una manera más equitativa y sostenible. En la mayoría de los países se ha visto una gran velocidad de respuesta para hacer cambios radicales a nuestro estilo de vida. Este nivel de cooperación con el propósito de impulsar la economía demuestra que hay mucho poder en la gente para lograr este reset global que tanto se necesita.
Reconfiguración de los negocios
La Primera Revolución Industrial marcó un punto de inflexión en la historia al transformar por completo los ámbitos económico, social y tecnológico. Después de este proceso, se pasó de una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio, a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada.
Asimismo, la crisis sanitaria que hemos vivido en los últimos meses ha obligado a las empresas a adoptar de manera acelerada nuevas formas de trabajo que también transformarán por completo la manera de hacer negocios. En estos momentos, las empresas están pasando de la fase de respuesta a la crisis a una fase de continuidad y estabilización. Sin embargo, lo que deben estar pensando en estos momentos es en planear cómo acelerar la recuperación y en cómo reconfigurarse para no quedarse atrás frente a la competencia.
Durante estas fases, estamos viendo desde la preocupación de las empresas por mantener la seguridad de sus colaboradores, hasta su respuesta a los cambios en los patrones y hábitos de consumo de las personas. Los principales pasos que se han tomado consideran limitaciones en viajes, restricciones de reuniones presenciales, trabajo remoto, cierres temporales o parciales de comercios y la configuración de nuevas formas de vender. Estos cambios representan la nueva forma de hacer negocios que llegó para quedarse.
Adicionalmente, el COVID-19 ha llevado a las empresas a replantear su rol en la cadena de valor, rediseñar estrategias, transformar sus procesos y, por lo tanto, replantear su forma de hacer negocios.
En la actualidad, ya no será suficiente con entregar un producto o servicio interactuando transaccionalmente con toda la cadena de valor, sino que las empresas deberán buscar construir ecosistemas y alianzas estratégicas que habiliten la entrega de una propuesta de valor mucho más robusta.
Una de las principales transformaciones en el entorno de negocios es que las actividades económicas se han clusterizado en actividades primarias, de manufactura y servicios. Ya no podemos concebir negocios que solo venden productos o servicios, sino que se debe construir una propuesta de valor alrededor de productos, servicios, experiencias, canales y ecosistemas. Todas las industrias, desde la agrícola hasta la de tecnología, tanto B2B como B2C, deben desafiar su rol en la cadena de valor. En unos 5 a 10 años, muchas empresas como hoy las conocemos dejarán de existir y este cambio será fundamentalmente producto de la insostenibilidad de hacer negocios de manera aislada. Todas las empresas forman parte de un ecosistema que, de no coordinarse y reconfigurarse, perderá su valor.
Otro tema crítico es la falta de liquidez que la crisis actual ha generado en las empresas; ante esta situación, la gestión financiera deberá ser replanteada también. Habrá que identificar las fuentes primarias de ingresos para después enfocar los esfuerzos en optimizar el capital de explotación y mejorar el flujo de caja.
Se espera que los sectores afectados por el COVID-1922 sean el turismo y entretenimiento, la movilidad, los servicios (restaurantes), las industrias automotriz y energética. En tanto, las industrias23 con más solicitudes de quiebra en el 2020 han sido las de restaurantes, construcción, bienes raíces, cuidado de la salud y petróleo y gas. Como ejemplo, empresas estadounidenses reconocidas que se han declarado en bancarrota, incluyen a Hertz, LATAM Airlines, Comcar y JC Penny24.
Omnipresencia de la tecnología
Por otro lado, en el mundo ya veníamos observando el auge de las tendencias tecnológicas, especialmente aquellas en el mundo digital, como la inteligencia artificial (AI), el blockchain, la realidad virtual/aumentada, el Edge Computing, el Internet de las Cosas (IoT), la red 5G, los sensores de precisión (para la recolección de datos precisos, ej. visión artificial) las baterías de última generación, entre otras. Sin embargo, la pandemia del COVID-19 intensificó estas tendencias al incrementar el nivel de adopción digital de la noche a la mañana.
En un mundo de confinamiento y distanciamiento social, la interacción humana y de negocios pasó a ser digital; por ejemplo, la descarga de aplicaciones de teleconferencia como Zoom y Microsoft Teams se incrementó un 1330% y 639% en marzo de 202025 respectivamente, en comparación con el mes anterior. Por otro lado, Jeff Maggioncalda, CEO de Coursera, una plataforma de aprendizaje en línea, aseguró que después de la pandemia, el sistema educativo a nivel mundial nunca volverá a ser el mismo.
Los efectos de las crisis sobre la tecnología no son exclusivos del presente, cuando explotó la crisis financiera en 2008, nadie se imaginó los efectos que esto tendría sobre la industria bancaria.
Hoy se puede decir que la crisis financiera de 2008 llevó a la creación de una nueva clase de instituciones financieras impulsadas por la tecnología: las fintechs26.
En la actualidad estamos viviendo en un mundo cada vez más integrado con la tecnología. Las tecnologías emergentes están transformando la forma en que vivimos, trabajamos, nos comunicamos, nos movemos, nos divertimos, y cuidamos de nuestra salud. Estas tecnologías están facilitando nuestras vidas y liberando nuestro tiempo para enfocarnos en tareas de mayor valor agregado.
Por ejemplo, estamos observando el auge de los hogares inteligentes, los cuales están conectados mediante internet y permiten orquestar diversos dispositivos a través de un asistente personal que cada vez requiere de menor interacción humana. Hoy, la inteligencia artificial ya está impulsando apps de navegación, servicios de streaming, asistentes personales de teléfonos y dispositivos inteligentes, y dentro de poco, automóviles autodirigidos que nos trasladarán de un lado a otro sin la necesidad de conducir.
Asimismo, los sensores de precisión, que recolectan datos sobre el uso y desempeño de la infraestructura digital, son fundamentales para hacer realidad la visión de entornos y experiencias inteligentes y receptivos. Nuevos materiales como el grafeno y los sensores cuánticos están habilitando nuevos casos de uso, como el monitoreo continuo y en tiempo real de cambios en el cuerpo humano o la detección de patógenos en el medio ambiente. Esta última aplicación se vuelve aún más relevante a medida que se avecinan nuevos rebrotes de COVID-19 en un entorno en el que todavía no se cuenta con una vacuna contra el virus.
En los negocios, las empresas están apoyándose en la analítica de datos y la inteligencia artificial para entender mejor a sus consumidores y desarrollar productos y estrategias más alineadas con sus necesidades. Asimismo, las organizaciones están implementando diversas tecnologías para optimizar sus cadenas de valor. Por ejemplo, en la agroindustria, las empresas están utilizando visión por computadora e inteligencia artificial para monitorear el crecimiento de los cultivos, así como robots para cosechar en el campo de manera más eficiente.
Finalmente, la ciencia ficción suele contar la historia de los humanos y los robots, como la de dos especies completamente contrarias y distintas. En la realidad, esta historia será más benigna y alentadora. La tecnología mejorará nuestros cuerpos, el trabajo y la vida familiar, pero para lograrlo, necesitaremos una infraestructura completamente nueva que permita tener sensores precisos en tiempo real, así como el procesamiento y la transmisión de datos de manera eficiente que habilite la toma de decisiones dinámicas, seguras y confiables. Estas cualidades serán críticas a medida que la nueva normalidad, derivada de la pandemia COVID-19, conduzca a una nueva demanda de infraestructura tecnológica inteligente y resiliente.