América Latina presenta un desafío triple en cuanto a la financiación necesaria para impulsar la mejora y el crecimiento de su infraestructura hasta que concluya la década. Por una parte, el final de la pandemia y la guerra en Europa modificaron los mapas mundiales de logística (nearshoring) y flujos de energía en el planeta.
En segundo lugar, surge la necesidad de acelerar la transición energética y mantener el calentamiento global en niveles de +1.5 C. Por último, se plantea un reto, mejorar la infraestructura en la región y llevar a cabo la modernización de las ya existentes.
Entonces es aquí donde surge una gran pregunta: ¿cómo financiará la región sus infraestructuras hasta el final de la década?
Financiamiento sostenible
El estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sobre la brecha de infraestructura en América Latina y el Caribe arroja que para el año 2030, esta región se enfrenta a la necesidad de invertir un total de 2.220.736 millones de dólares; de los cuales, la mitad se destinará a infraestructura de transporte, mientras que una cuarta parte se ocupará para el sector energético.
El restante se distribuirá de manera equitativa entre telecomunicaciones y gestión de agua potable y residuos. Estos fondos serán cubiertos por una combinación de flujos internos de Latam, inversión extranjera directa y, especialmente, endeudamiento.
Impacto de las tasas de interés y perspectivas financieras
Los recientes incrementos en las tasas interés por parte de la Reserva Federal (FED) reflejan su impacto en la región, dando como resultado un encarecimiento en el acceso a las fuentes de financiamiento.
Esta situación también hace que se eleven los costos de la mayor parte de los Project Finance planeados de 2023 en adelante, este panorama se agrava aún más con la caída en las notas de deuda soberana por las agencias internacionales S&P, Moody’s o Fitch.
Ante esta situación, es muy probable que observemos un resurgimiento en las instituciones financieras de apoyo a nivel local y regional en América Latina, en países como Brasil y México. Asimismo, se espera un aumento en la participación en los procesos de financiamiento por parte de organismos internacionales como los multilaterales, además de los regionales que desempeñan un papel relevante en esta área.
De igual manera, las líneas de las Agencias de Crédito a la Exportación (ECA) de los países proveedores de bienes de capital deberían tener mayor interés, especialmente, aquellos proyectos relacionados con los sectores de energía, telecomunicaciones y transporte, como metro, teleféricos, tranvías, entre otros. Algunos países ven con expectativa el rol del banco de los BRICS en nuestra región.
No ayudará que prestigiosos bancos internacionales privados hayan dejado de financiar proyectos de gas natural, en particular en una región que apostó masivamente a los ciclos combinados desde finales de la década de 1990. Países como Brasil, Colombia, Chile, Panamá, El Salvador, República Dominicana y diversas islas del Caribe son importadores netos de gas natural vía gasoductos o terminales de regasificación LNG.