Debido a la naturaleza del virus, la pandemia estará presente en nuestra sociedad hasta que se encuentre la cura o la humanidad alcance cierto grado de inmunidad (ya sea por desarrollo de una vacuna o inmunidad colectiva).
La nueva normalidad será aprender las nuevas formas de convivencia con la posibilidad de transmisión del coronavirus. Esto tiene grandes implicaciones, puesto que se deberán realizar cambios permanentes en el comportamiento de la sociedad que permitan el mantenimiento de un bajo nivel de contagio en los próximos años.1 Dentro de estos nuevos hábitos probablemente se aplicarán normas de distanciamiento social, tanto en el ámbito empresarial, como en el social y personal, incluyendo la toma de medidas rigurosas para detección temprana y aislamiento de pacientes afectados. Con todas estas medidas, ya nada volverá a ser igual y el estilo de vida será marcado por este gran hito.
La nueva visión económica
La productividad en el país, a raíz de la pandemia, ha disminuido significativamente, no solo por lo que se está dejando de producir, sino por lo que se está dejando de consumir. Algunas estimaciones calculan una caída en el PIB en México hasta en un ~7%2 provocado por la crisis actual. Por tal motivo la perspectiva del sector de salud debe ser de las primeras en cambiar para amortizar el impacto.
Las políticas públicas del sector salud siempre han estado encaminadas a reducir los costos que causa la prevalencia de las enfermedades y la carga social en el presupuesto federal que esto representa. Sin embargo, la visión del gobierno de medir la salud como un costo debe cambiar derivado de lo que nos está dejando la crisis del COVID-19. Esta visión deberá pasar de medir el costo social de la salud, a medir el valor de tener una población sana.
Con esta realidad, el gobierno deberá cambiar su enfoque de medición del costo social de la salud, a medir su valor social. Es decir, cuánto va a impactar en la disminución de la generación de riqueza en México cada persona de la población económicamente activa que esté fuera de la actividad productiva por cuestiones de salud. Así como en algunos países asiáticos como China, Hong Kong, Taiwán y Singapur que durante la epidemia del SARS en 2003 perdieron en promedio ~2% de su PIB3.
Esta crisis está atacando el núcleo de la sociedad, lo cual además de revalorizar la salud y dejar de verla como un costo, cambiará también el rol de la empresa y cómo esta es percibida tanto por la sociedad como por los gobiernos. La pandemia ha confirmado la relevancia que tiene la empresa como motor de productividad y generación de riqueza.
Hoy más que nunca se vuelve relevante la necesidad de medir el impacto de las empresas y asegurar que generen valor a sus clientes, accionistas, colaboradores, proveedores y a la comunidad a través de la medición del impacto en el ambiente y en la sustentabilidad de largo plazo sobre su actividad económica.
El papel de la empresa en la reactivación de la actividad económica será crucial. Los líderes deberán ver más allá de solo atender las necesidades de sus clientes, y reimaginar estrategias de negocios y nuevos modelos operativos que les permitan adoptar la nueva normalidad lo más rápido posible.
La nueva visión social
Hay cinco principales áreas en donde se han generado cambios muy importantes y que seguirán evolucionando con las medidas de restricción. A causa del confinamiento veremos una transformación en la manera de convivir y socializar, de cuidar nuestra salud, de trabajar, de movernos y de consumir.