El enfoque de la NIIF S2 se centra en la gestión de riesgos climáticos, abarcando tanto los riesgos físicos, tales como tormentas e inundaciones, así como los riesgos de transición, que incluyen cambios regulatorios, tecnológicos, de cadenas de valor y de preferencias de los consumidores en una economía baja en carbono. Además, la NIIF S2 requiere la divulgación de las emisiones en los alcances 1 (directas), 2 (indirectas por la compra de servicios) y 3 (indirectas en la cadena de valor), además de métricas y objetivos específicos para cada sector.
¿Qué implica esto para empresas de Latinoamérica?
La aplicación de las NIIF dependerá de su integración en la regulación de los mercados de cada país, pero los estándares son aplicables de forma voluntaria a partir del 1 de enero de 2024. Esto implica que los grupos de interés podrán empezar a ver informes de sostenibilidad y climáticos alineados con las NIIF en 2025.
No obstante, a solo un mes de la publicación de estas normas, la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) —organismo internacional reconocido como el estándar global del sector de valores— hizo un llamado a sus 130 jurisdicciones miembros a considerar cómo pueden incorporar las nuevas NIIF (S1 y S2) en sus respectivos marcos regulatorios para “brindar coherencia y comparabilidad de las divulgaciones relacionadas con la sostenibilidad en todo el mundo”. La IOSCO reúne a autoridades de mercados de capital que regulan más del 95% de los mercados de valores del mundo, incluyendo la mayoría de los mercados latinoamericanos. En consecuencia, se espera que haya un impacto significativo en las empresas que cotizan en la bolsa de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay, así como en empresas de interés público en países como Colombia y México.
El esfuerzo requerido para cumplir con estos estándares dependerá de si las empresas ya han integrado medidas de sostenibilidad en sus modelos de negocio y establecido las métricas y los controles necesarios. En particular, la identificación, evaluación, cuantificación e implementación de iniciativas de adaptación con respecto a temas materiales y riesgos climáticos representarán un reto dado el grado de conocimiento técnico requerido. Esto es especialmente importante en Latinoamérica, considerando que aún hay brechas en la región en cuanto a sostenibilidad. El estudio Panorama de las empresas latinoamericanas sobre ESG de EY mostró que solo el 58% de las más de 400 empresas encuestadas cuentan con una estrategia ESG.
Todo esto deberá reflejarse en los informes integrados o de sostenibilidad de las empresas, las cuales deberán incorporar el marco del Sustainability Accounting Standards Board (SASB), que incluye indicadores sectoriales para cumplir con las NIIF (S1 y S2). Actualmente, la mayoría de los reportes de sostenibilidad se alinean con marcos como el Global Reporting Initiative (GRI), mientras que SASB tiene apenas un 15% de penetración en el mercado latinoamericano, según datos de la Federación Internacional de Contadores (IFAC). Además, los reportes tendrán que incluir los resultados de las evaluaciones de doble materialidad y gastos corrientes del año, así como ligar los reportes financieros y no financieros, para que la información sea: