Las expectativas de las empresas y las marcas nunca han sido tan altas. Los gigantes del comercio electrónico, los servicios de transporte y las empresas de entrega de terceros han puesto el listón muy alto para una experiencia del cliente (CX, por sus siglas en inglés) que sea predictiva, seleccionada y sin fricciones.
La COVID-19 ha acelerado el enfoque en la CX, y la pandemia ha puesto de manifiesto la capacidad de una empresa para adquirir, convertir y retener clientes en un entorno que, para muchas marcas, ha migrado casi exclusivamente al ambiente online. Los consumidores no quieren la entrega al día siguiente, la exigen. Incluso pedir pizza se ha convertido en un viaje transparente y rastreable desde el horno hasta la puerta de casa.
El impacto omnipresente de la pandemia, y los posteriores confinamientos en todo el mundo, hicieron que la gente empatizara inicialmente con las empresas que fueron tomadas por sorpresa (#InItTogether). Con el paso del tiempo, esa empatía se convirtió en una presión pospandémica para que las empresas se adaptaran a la "nueva normalidad" y ganaran la parte de la cartera que antes daban por sentada. Esta expectativa se ha extendido incluso a los entornos presenciales tradicionales, como los concesionarios de automóviles: los consumidores ahora pueden comprar un automóvil en línea y recibirlo en su hogar, en lo que sin duda será un cambio duradero en un modelo de negocio heredado.
Aunque el capital privado (PE, por sus siglas en inglés) no se ha centrado históricamente en la CX, los inversores ahora le están prestando más atención. Cada vez son más los fondos que están ansiosos por cultivar una CX superior en toda su cartera, en lugar de arriesgarse a perder ingresos frente a competidores centrados en el cliente.
La experiencia del cliente como una palanca para la creación de valor
En los últimos 10 años, el mercado bursátil ha recompensado de forma desproporcionada a las empresas impulsadas por la CX, y los inversores de capital privado y los socios operativos deberían considerar la CX como una palanca de creación de valor potente y probada. Por el contrario, una mala CX es un potente y probado destructor de valor, especialmente en la economía global actual, altamente competitiva y conmocionada por la recesión.
Una reseña en línea mordaz es un punto de datos valioso para cualquier comprador en su camino hacia la compra. Para los consumidores, estas reseñas pueden evitar decisiones de compra decepcionantes o incluso fraudulentas. Para los inversores de capital privado, suficientes críticas mordaces pueden evitar que los posibles acuerdos pasen de la fase de evaluación del ciclo de vida del acuerdo.
Una CX de mala calidad atraerá rápidamente la atención negativa. Una mala crítica de un destacado influyente de las redes sociales puede salir al instante, recopilar rápidamente miles (o incluso millones) de impresiones y resultar en un daño irrevocable para el balance final de una empresa. No rectificar rápidamente esta situación en este entorno altamente transparente conlleva un importante riesgo financiero y de reputación para una empresa, así como para sus inversores.
Las empresas que se centran en el consumidor y se esfuerzan por deleitar a sus clientes con una experiencia diferenciada en cada etapa del embudo de ventas pueden crear una lealtad duradera del cliente. Con los productos cada vez más comercializados, la experiencia al cliente se ha convertido en un diferenciador igual, si no mayor, que las características y beneficios de un producto o servicio en sí.