Si los datos son el nuevo petróleo, la conducta es la nueva base de datos. Las empresas y los gobiernos, armados con capacidades sofisticadas, pueden moldear la conducta como nunca. ¿Cómo tener éxito en medio de una confianza en declive?
El futuro de la conducta está sobre nosotros. La conducta humana se está volviendo una materia prima (cuantificada, estandarizada, empaquetada y comercializada), así como se hace actualmente con los datos de los consumidores.
El hecho de tratar a los humanos como materia prima, junto con la maduración de disciplinas como la economía conductual y la informática afectiva, le dará a las empresas y a los gobiernos la capacidad de influenciar y moldear nuestra conducta como nunca.
Y pese a que las empresas siempre han estado en el negocio de buscar influenciar lo que hacemos, la economía conductual llevó esto a un nivel totalmente nuevo. Dejando atrás las estrategias no efectivas de hoy, estamos entrando a un mundo de instrumentos de persuasión cada vez más precisos y sofisticados.
La pandemia ha generado cambios esporádicos en el comportamiento de la humanidad. Se han generado cambios en el tejido social, y uno de los principales reside en la adopción de nuevas tecnologías y en la digitalización de la sociedad. Hoy en día en México hay 80.6 millones de usuarios de internet, que representan 70.1%1 de la población mayor a seis años, y en Latinoamérica, esta cifra asciende a más de 467 millones.
La penetración de teléfonos inteligentes ha provocado un efecto de vida mediante redes sociales en todas las generaciones y se ha pronunciado durante la pandemia con un incremento de 42% en el tiempo de navegación2.
El comportamiento humano basado en tiempo en las redes sociales genera atractivo commodity, siendo la fuente de datos de los consumidores. Esto se transforma en disciplinas como la economía del comportamiento y la informática emocional de los consumidores. Siendo de esa manera dará a las empresas y gobiernos la capacidad de influir y moldear el comportamiento de los consumidores como nunca.
Y mientras que las empresas siempre han tratado de influir las preferencias de los consumidores, el acceso a este nuevo commodity permitirá entrar a un mundo cada vez más preciso y sofisticado en instrumentos de persuasión.