Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, los líderes empresariales han estado esperando un momento en el que el comportamiento del consumidor volviera a algún tipo de normalidad. Justo cuando parecía que podríamos estar llegando a ese momento, el mundo se ha sumido en una crisis aún mayor.
La última edición del EY Future Consumer Index captura el pensamiento de los consumidores en las semanas previas al comienzo de la guerra en Ucrania. Demuestra que en un momento de creciente inflación y agitación global, las personas de todo el mundo han estado repensando fundamentalmente cómo viven sus vidas y preguntándose qué relación realmente quieren con el consumismo y sus valores.
La “Gran Renuncia” ya es un fenómeno bien documentado, con empleados de todo el mundo desarrollado que renuncian a sus trabajos y reconsideran sus planes de carrera. El informe apunta a cambios profundos en el comportamiento y las actitudes a medida que las personas pierden el interés en sus objetivos de vida prepandémicos, patrones de trabajo y hábitos de consumo.
En los últimos dos años, la mayoría de la gente ha gastado menos y ha salido menos. Trabajar de forma remota les ha dado más opciones sobre cómo usar su tiempo y los ha distanciado del lugar de trabajo, tanto geográfica como emocionalmente. Al principio, esto era difícil. Pero muchas personas han llegado a preferir esta forma de ser, o al menos la han encontrado mucho mejor de lo que imaginaban.
Sienten que la calidad de su tiempo es tan importante como la cantidad de dinero en su cuenta bancaria. Preferirían quedarse en casa que salir. Quieren comprar experiencias en lugar de más cosas.
Para los líderes corporativos, este cambio cultural tiene profundas implicaciones. El poder está cambiando de empleadores a empleados; de personas mayores que terminan sus carreras antes a generaciones más jóvenes que están menos motivadas por el dinero y el estado, y más interesadas en vivir en línea con diferentes valores; y de marcas a consumidores, a medida que las personas pasan más tiempo en casa y offline, lo que hace que sea más difícil llegar a ellos que nunca.
Los consumidores preocupados se quedan cerca de casa
Incluso antes de la guerra en Ucrania, los consumidores de todo el mundo no eran optimistas sobre el futuro. La inflación estaba regresando. Su trabajo y su vida personal habían cambiado. Nuestro informe muestra que ya no son solo los consumidores de bajos ingresos los que están preocupados.
Si bien las clases medias son más conscientes del aumento de los precios, la inflación está provocando que los consumidores de todos los niveles de ingresos cambien sus hábitos de compra y sus decisiones de compra. En general, el 52 % de los consumidores dice que el costo creciente de los bienes y servicios está haciendo que sea más difícil permitirse las cosas.Las personas están haciendo la mayoría de los cambios en la forma en que compran artículos no esenciales, como ropa y productos electrónicos, para poder pagar gasolina y alimentos frescos, donde hay menos alternativas.