ChatGPT, instancia de Inteligencia Artificial Generativa, nos ha sorprendido a muchos, y se ha hecho parte de varias de nuestras conversaciones familiares y laborales.
La Inteligencia Artificial Generativa integra una clase de algoritmos que utilizan la inteligencia artificial (IA) para crear contenido original, desde texto e imágenes hasta código, música y video, explotando de manera controlada su capacidad de producir resultados singulares. Es una de las aplicaciones más emocionantes y prometedoras de la IA, con el potencial de cambiar radicalmente la forma en que trabajamos e interactuamos con la tecnología.
En la práctica se trata de modelos de propósito general, entrenados en muchos casos para tareas muy sencillas, como completar la siguiente palabra en una oración, o el siguiente pixel en una imagen. Pero, para lograr este propósito, y apoyado por grandes bases de datos y capacidad de cómputo, han sido capaces de desarrollar estrategias complejas, las que podemos aprovechar en tareas para las que el modelo no fue explícitamente entrenado, como traducir un texto, resumir un texto legal, o crear una fotografía digital realista basada en una invocación escrita (o prompt).
Cultivar una buena capacidad de escribir prompts a estos modelos se ha vuelto una habilidad muy valiosa, pues permite acceder a las riquezas del modelo y ajustarlo a nuestras necesidades. A tal punto, que actualmente se considera una forma temprana de programación en lenguaje natural humano, pues nos podría llegar a abstraer de la necesidad de código para lograr tareas digitales complejas como clasificar, sintetizar y traducir texto, seleccionar piezas de código ya escritas que sean útiles para mi objetivo, hacer testeo, verificaciones de ciberseguridad, análisis de sentimiento o sostener una conversación con empatía y memoria, entre otras. Utilizando las tecnologías actuales, todo esto correspondería a proyectos digitales de costo, tiempo y riesgos significativos.
Las posibilidades creativas de la IA generativa son ilimitadas, y los beneficios potencialmente enormes. En un estudio reciente, Goldman Sachs estima su impacto en un 7% del PIB global y un incremento de la productividad en 1,5 puntos porcentuales en un periodo de 10 años.
Por ejemplo, en el ámbito de la atención al cliente puede utilizarse para crear campañas más efectivas y personalizadas, adaptadas a las necesidades y preferencias específicas de cada uno de ellos. En el campo de la educación, puede ayudar a personalizar el aprendizaje, creando un estilo y materiales de enseñanza adaptados a las necesidades y estilos de aprendizaje individuales, convirtiéndose en un tutor personal, de infinita disponibilidad y paciencia para lograr el objetivo.
Esta tecnología también plantea importantes desafíos éticos y legales. Por ejemplo, ¿Cómo se evita la generación de contenido inapropiado o peligroso, como deepfakes o propaganda manipuladora? ¿Cómo se asegura que se utilice para mejorar la sociedad y no para dañarla? La respuesta a estos desafíos no es simple. Requiere una combinación de discusión abierta, regulaciones y un enfoque en la ética y la responsabilidad por parte de sus desarrolladores y usuarios. También de una mayor educación y conciencia pública sobre los riesgos y beneficios potenciales de su uso.
La IA generativa puede ser un paso adelante como sociedad, para elevar nuestra productividad, producir mayor valor, y eventualmente liberar tiempo para dedicar a nuestras familias, comunidades o abordar los grandes desafíos actuales de la humanidad. No obstante, al igual que toda tecnología, también puede ser usado como un arma, propagando desinformación o manipulando la opinión pública, por lo que se requerirá de discusión, regulación y consideraciones éticas a varios niveles, para asegurar que uso sea siempre en el beneficio de la humanidad.