En el sector de bienes de consumo y, particularmente, en la industria de los alimentos se están observando cambios significativos a una velocidad nunca antes vista. La transformación de las características y las preferencias de los consumidores han generado que las empresas reaccionen y se adapten de diversas maneras. Para poder destacarse en una industria fuertemente competida, estas tendrán que definir una estrategia que les ayude a anticipar los cambios en el mercado de manera ágil, incorporando su conocimiento sobre el consumidor a los procesos de toma de decisiones y siendo flexibles para adaptarse a distintos escenarios.
El reto de los cambios demográficos: nuevos consumidores con nuevas necesidades
Las características demográficas están cambiando de manera significativa y acelerada. El 72% de las empresas de alimentos identifica los cambios en los consumidores como un reto para el negocio (EY CPR Balance Executive Survey, 2016). Algunos de los principales motores y tendencias clave que se pueden observar, son los siguientes:
• Hogares más pequeños. El tamaño promedio del hogar ha disminuido en México de 4,3 personas por hogar en 2000 a 3,7 en 2015, lo que se puede explicar por las siguientes tendencias: las familias eligen tener menos hijos, hay más familias monoparentales, han aumentado los hogares unipersonales y la cohabitación de personas sin relaciones familiares ni afectivas también ha crecido, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
• Reurbanización de espacios céntricos en ciudades. La población de clase media y alta prefiere estar cerca de los centros urbanos y de su zona de trabajo, a diferencia de las generaciones pasadas que preferían vivir en los suburbios. Esta tendencia impacta los patrones de consumo y la demanda de productos premium aumenta en zonas dominadas por tiendas de abarrotes y de conveniencia.
• Aumento en obesidad y enfermedades crónicas. En el proceso de desarrollo de los países, se observa un crecimiento de enfermedades crónicas, causadas principalmente por la disminución de la actividad física y los malos hábitos alimenticios. En México, el 73% de la población sufre de obesidad o sobrepeso, ocupando el primer lugar con este problema en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). También se ha observado un aumento considerable de la incidencia de diabetes en los últimos años, en los que México ha pasado del 10,8% en 2010 al 15,8% en 2017 (OCDE Health at a Glance, 2017). El deterioro de la salud de la población se refleja en una menor productividad y en una disminución de la calidad de vida. Es por esta razón que hay presión por parte de los gobiernos para regular la industria de alimentos y por parte de los consumidores que prefieren comprar alimentos más nutritivos, naturales y menos procesados.
• Cambio en el perfil del comprador. El cambio en la configuración de los hogares y el aumento de la participación de la mujer en el mercado laboral, que pasó del 41% en 2003 al 48% en 2018 (Banco Mundial, Online DataBank, 2019), hacen que cada vez haya más compradores hombres y jóvenes. Esto crea nuevas oportunidades de venta de productos enfocados a estos consumidores que cada vez gastan más. En Estados Unidos, los millenials ya gastan más que los baby boomers, lo que hace que cada vez haya más productos enfocados en atender los gustos de estas poblaciones.
Otro reto para las empresas: los gustos y las preferencias de los consumidores están evolucionando con un enfoque en un estilo de vida saludable y en la sostenibilidad
Otra disrupción importante que se puede observar tiene que ver con las preferencias de los consumidores. Cada generación tiene gustos que la definen, por lo tanto, la industria de los alimentos ha tenido que adaptarse a ellos. Sin embargo, los cambios en las preferencias y en las tendencias que se esperan en los próximos años son mucho más dramáticos que en periodos anteriores. Bajo este panorama, el 80% de los líderes de las empresas en el sector considera difícil innovar como respuesta a los gustos y necesidades del consumidor al ritmo que se requiere (EY CPR Balance Executive Survey, 2016).
Algunos cambios clave son:
Fidelidad de marca. Las grandes empresas de alimentos se están enfrentando a nuevos consumidores con menor apego a las marcas que conocen. Más allá del nombre y de la imagen que proyecta en los medios convencionales, los jóvenes están más interesados en la calidad del producto y en la relación calidad-precio, además de valorar aspectos como la sostenibilidad. Las personas asocian las grandes marcas con productos genéricos y con poco grado de personalización, por lo que resultará cada vez más importante para la industria del big food diferenciar su oferta de productos.
Estilo de vida más saludable. Como reacción al deterioro generalizado en la salud, provocado por una menor actividad física y una peor alimentación, en algunos mercados más desarrollados, las personas están reduciendo el consumo de carne, alimentos procesados y bebidas carbonatadas azucaradas. En países como México, se espera que el consumo de estos alimentos siga creciendo en los próximos tres años (Fitch Solutions, Latin America Food & Drink Report, 2019), sin embargo, cada vez son más los consumidores que adoptan nuevas tendencias en alimentación. Por ejemplo, según una encuesta de Nielsen, el 32% de los encuestados de América Latina busca conscientemente reducir su consumo de azúcar (Nielsen, FMCG and Retail insights reports, 2016); sin embargo, entre el 75% y 95% de los productos procesados tiene azúcar añadida (Nielsen, Label insights, 2018). Cada vez se observa más, sobre todo en países desarrollados, que las personas también están reduciendo el consumo de azúcares, gluten, lácteos, harinas refinadas y aceites vegetales hidrogenados ante el aumento de casos de desórdenes metabólicos, alergias y reacciones inflamatorias, ya sea por recomendación médica o, incluso, por prevención. Se espera que esta tendencia siga en aumento, no solo en países desarrollados, sino también en países como México, en donde las tasas de crecimiento de enfermedades crónicas están al alza.
Atención en el etiquetado. Además de exigir productos más saludables, los consumidores cada vez se fijan más en los ingredientes de los alimentos procesados, al decidir cuál comprar. En el caso de México, el 47% de personas encuestadas respondió que considera muy importante saber qué ingredientes contienen sus alimentos (Nielsen, Estudio global sobre salud y percepciones de ingredientes, 2016). En este sentido, buscan productos menos procesados con un etiquetado más transparente, ingredientes más naturales, o con una menor cantidad de ingredientes nocivos para la salud como aditivos, colorantes y conservadores.
Globalización de gustos. Las redes sociales como Instagram han ayudado a difundir y a dar forma a las preferencias de las personas, especialmente de los jóvenes. Existen ciertos alimentos considerados saludables como el aguacate, la quinua, el té verde en polvo (matcha) y la chía, así como los superfoods (espirulina, semillas de cáñamo, maca, entre otros) que hasta hace unos años se consumían en geografías muy específicas o pasaban desapercibidos en los anaqueles, pero que han tenido un aumento importante en la demanda a nivel global.
Consumo local. Algunos consumidores con mayor poder adquisitivo buscan productos locales con ciertas características: producción en pequeña escala, alimentos orgánicos y de temporada, de libre pastoreo y sin uso de hormonas ni antibióticos. Esto presenta un reto que obliga a repensar las oportunidades de negocio y las cadenas de suministro tradicionales para las empresas del sector.
Dietas de moda. El 83% de los encuestados por Nielsen en México (Nielsen, Estudio global sobre salud y percepciones de ingredientes, 2016) afirma llevar algún tipo de dieta que limita o restringe ciertos alimentos o ingredientes específicos, una proporción muy por encima de otros países de América Latina. Algunas dietas, como la vegana (más estricta que la vegetariana, excluye todos los alimentos de origen animal como lácteos y huevo), la paleo (inspirada en la alimentación previa a la revolución agrícola, elimina lácteos, legumbres y cereales) y la keto (dieta cetogénica, extremadamente baja en carbohidratos), han tenido mayor difusión por medio de redes sociales y han influenciado los gustos y preferencias de los consumidores. En las previsiones del semanario The Economist para 2019, se espera que la dieta vegana se popularice de manera importante (The Economist, The World in 2019). Estas tendencias generan tanto oportunidades como amenazas en el mercado de los alimentos.
Preocupación por el medio ambiente. Además de consideraciones de salud, la conciencia de sostenibilidad en el consumo es una clara tendencia. El 73% de las personas a nivel global reconoció estar dispuesto a cambiar sus hábitos de consumo para reducir su impacto en el medio ambiente (Nielsen, FMCG and Retail Insights, 2019). Las empresas que logren adaptar y posicionar sus productos como saludables y sostenibles, antes que sus competidores, podrían apelar a un número creciente de consumidores y ganar participación en el mercado.