Nuestro apego a los teléfonos inteligentes los ha convertido en los dispositivos perfectos para rastrear nuestros movimientos — suministrando datos de gran valor para las empresas y los gobiernos. Poco sabemos que muchas aplicaciones en nuestros teléfonos permiten a las compañías de datos de ubicación identificar cómo pasamos nuestros días. Una investigación del New York Times pudo utilizar un conjunto de datos para rastrear los movimientos de las personas que se desplazan a sus oficinas, buscan a sus hijos en la escuela e incluso rompen sus rutinas para ir a una entrevista de trabajo.1
La creciente preocupación por el seguimiento de la localización es sólo un ejemplo de cómo la protección de la privacidad se está volviendo cada vez más compleja. COVID-19 está exacerbando el problema a medida que los gobiernos y las empresas experimentan con nuevas tecnologías para rastrear y contener el brote. Estos esfuerzos están salvando vidas, pero también despiertan el temor a la intrusión en la privacidad y a la exposición de datos personales de salud.
La gestión de la privacidad se considera a menudo como la responsabilidad de los profesionales del cumplimiento y del derecho, con la ayuda del equipo de seguridad cibernética. Pero cada vez más organizaciones se están dando cuenta de que la privacidad está afectando a los stakeholders en casi todos los rincones de la organización. La gestión del riesgo de la privacidad que conlleva el rastreo de ubicaciones requiere un esfuerzo concertado que también incluye recursos humanos, operaciones, seguridad de la información, comunicaciones y relaciones con los inversores.
Demandas de privacidad por el seguimiento de la localización sujetas a escrutinio público y reglamentario
¿Sabías que tener una aplicación del tiempo en tu teléfono puede significar que tus movimientos personales sean rastreados segundo a segundo y vendidos a terceros, incluso cuando no estás usando la aplicación? Esa es la base de una demanda de 2019 presentada por la oficina del Fiscal de la Ciudad de Los Ángeles. En la demanda se alega que la información sobre la venta de datos a terceros se ocultó en las secciones de política de privacidad y configuración de la privacidad de la aplicación, que "la gran mayoría de los usuarios" no lee.2
Muchas empresas que recopilan datos de localización afirman que no violan la privacidad porque los datos son anónimos, los usuarios consienten en ser rastreados y los datos se mantienen seguros. Pero la investigación del New York Times muestra que estas afirmaciones no siempre resisten el escrutinio legal o reglamentario. Por ejemplo, los pings que muestran una ruta diaria de una casa a una oficina identifican fácilmente a una persona.