Las empresas se ven empujadas a encontrar un balance entre resultados inmediatos con las demandas por obtener beneficios sostenibles.
Es natural que en el ámbito personal uno decida invertir en el presente para obtener beneficios futuros; por ejemplo, sacrificando hoy tiempo y recursos en educación para ser mejores profesionales en el futuro o invirtiendo en nuestra salud física y mental a fin de poder tener una vida larga y saludable. Sin embargo, en el ámbito corporativo está decisión muchas veces no es tan fácil de tomar debido a que existen incentivos “perversos” relacionados al cumplimiento de metas de corto plazo que compiten con las decisiones de inversión en iniciativas de largo plazo. Algunas de estas presiones provienen de accionistas y otros grupos de interés que buscan retornos inmediatos, haciendo difícil que las empresas innoven y adopten estrategias más sostenibles en el tiempo.
Así como existen presiones para lograr resultados de corto plazo, también existen demandas provenientes de inversionistas institucionales, reguladores, empleados, consumidores y de la sociedad en general para que las empresas redefinan su misión y propósito a fin de incentivar la implementación de medidas que ayuden a combatir el calentamiento global, la desigualdad, la discriminación, la inseguridad, entre otros; así como contribuir más con la sociedad, el medio ambiente, el desarrollo sostenible y crear un mejor mundo donde vivir y trabajar.
El desafío más importante para muchas empresas es saber balancear las presiones por alcanzar resultados inmediatos con las demandas por obtener beneficios sostenibles. Una buena comunicación y mayor transparencia, así como una buena justificación y sustentación de las iniciativas estratégicas de largo plazo son la clave para encontrar este balance.